¡Yoga, llegaste para quedarte!

Los renaceres en la vida, llegan una y otra vez. Lo único permanente es el cambio y ojalá que cada cambio nos acerque siempre más a la luz.
Les cuento que, una vez tuve una sesión de coaching , el mensaje principal que salió en la sesión fue ¿por qué no haces las cosas que te apasionan? En mi caso, siempre quedaban para “algún día”. Averigüé distintas formaciones hasta que llegué a una de Kundalini Yoga con Baltej, una hermosa y fuerte mujer que ha dedicado su vida a difundir esta maravillosa disciplina a través de Prem Yoga.

La verdad es que nunca había ido a una clase de Kundalini, pero sabía que era para mi, solo lo sentí. Tuve la entrevista y una clase de prueba y me matriculé sin pensarlo más.
Pasaron los meses y el entrenamiento inició. Esos primeros cuatro días fueron demasiado fuertes para mi. Primero, entendí que el yoga, no es solo asanas, va mucho más allá de eso, es a través de diversas herramientas despertar a tu alma.

En estos primeros cuatro días, oí mantras en murmuki que ni siquiera podía intentar pronunciar por ser palabras tan nuevas para mi. Sentí un dolor físico incomparable a todo lo que había podido hacer antes, me dio fiebre y me puse muy mal del estómago de tanto movimiento de energía.

Recuerdo que el primer día termino y pensé, no voy a volver. Mi cuerpo no lo soportará. Pero al mismo tiempo pensé que, si me costaba tanto, era quizás exactamente lo que necesitaba trabajar. Así que volví al día siguiente a las 5 am y continué todo el entrenamiento que duró casi 10 meses.

No me equivoqué al volver, era una gran experiencia de amor universal la que me tocaba descubrir ahí y sobre todo, la de enfrentarme conmigo misma. Mediante las asanas, las prácticas y meditaciones fui entendiendo los obstáculos que yo misma me iba poniendo a ser libre. Y mientras avanzaba el curso, muchas cosas cambiaron en mi vida.
Cuando mueves tanta energía, esto no solo se queda en ti. Todo tu entorno se alinea para que tomes el camino que necesitas tomar y así fue. Fue muy duro, me mudé unos meses de mi casa, cambié de trabajo, mi perrita hijita y fiel compañera falleció, perdí amigos de toda la vida y de alguna forma mi familia volvió a unirse de una forma mucho más fuerte.

Creo que la vida nos da lo que necesitamos siempre en el momento justo, solo hay que escuchar. Me lancé a un entrenamiento cuyo trasfondo no conocía y definitivamente me cambio la vida.

Entendí que el entorno suma mucho a lo que somos. Si tomas exactamente a la misma persona y la pones en tres entornos distintos tendrás resultados diferentes. Distintos patrones de reacción, distintas tendencias emocionales, y sobre todo distintas esperanzas en la propia forma interna.

En todo este entrenamiento, sané diversas cosas con cada cuarentena que me tocó hacer. Y conocí muchos maestros que me enseñaron que, un verdadero guru solo despierta al guru que tú mismo llevas dentro.

No hay nada que explicar, ni enseñar, sino abrir la puerta para que cada uno recuerde toda la sabiduría que ya tiene dentro por ser parte de este maravilloso Universo.

Recomiendo totalmente las clases de Kundalini Yoga para aquellos que estén dispuestos a sanar de raíz sus propios obstáculos (requiere mucho coraje, eso sí), y para aquellas personas que conecten con la espiritualidad de la vida.

Hoy me siento agradecida de haber pasado ese proceso y poder dictar clases de este tipo de yoga que es tan poderoso. Además, gané nuevas y maravillosas personas en mi vida, que creen de corazón en vivir desde un estado de amor y que al final todos somos diversas caras de una misma cosa.

Si algo me llevo de esto, es el atreverse a ir por lo que el corazón pide. Yo siempre hablaba del yoga con una pasión infinita pero no lo practicaba. Sentía que quizás nunca tendría el poder de compartir amor, sostener la energía de una clase. Pero al final, se trata ser solo un canal de lo que el Universo tiene para cada persona que llega a tu clase.
¡Vayamos siempre a donde nos lleve el corazón!

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