Cuando oímos la palabra <> viene a nuestra mente la imagen de una mujer mayor, conocedora de pócimas y dotada de poderes sobrenaturales.
Pero, ¿quiénes fueron ellas?
Mujeres medievales y rurales. Curanderas, cocineras, matronas. Regidas por los fenómenos de la naturaleza, conocedoras de las propiedades medicinales de las plantas (incluidas las anticonceptivas y abortivas), y de los rituales ofrecidos para atraer fertilidad y abundancia a las cosechas.
Pero también, mujeres agresivamente reprimidas. Que vivían en tierras donde el señor feudal tenía total poder sobre ellas. Dormían en una sola habitación con sus familias, al lado de animales, lugares donde eran agredidas física y sexualmente. Sin voz, ni derecho a defenderse, encontraron en los aquelarres el espacio para conocer los efectos psicotrópicos de algunas plantas, y con ello la oportunidad de desconectarse del enorme sufrimiento que enfrentaban.
Entonces, ¿por qué fueron quemadas?
La Inquisición vio en ellas un peligro al orden prestablecido, así como a sus deseos de continuar aumentando la población. Valiéndose de un pensamiento altamente misógino, en el que las mujeres eran más crédulas y propensas a la malignidad; se les juzgó de peligrosas.
El pensamiento mágico de la época, creó mitos que las dotaban de poderes sobre naturales imposibles, y bastaba la acusación de un vecin@ para ser juzgadas. Normalmente, se acusaba a las personas más vulnerables, mujeres mayores, y sin familia, quienes eran torturadas hasta verse forzadas a confesar una brujería imposible de portar.
✍Y, ¿qué implicó esto en la historia?
La respuesta a este nivel de represión, fue la masculinización de la mujer, y su desconexión con la naturaleza. Así como la estigmatización del género femenino.
A pesar de los enormes avances en la regulación de derechos humanos de entonces a hoy, aún muchas mujeres luchan por tener un acceso equitativo a los derechos básicos, así como también reconectar con la sabiduría que les fue injustamente arrebatada.