Les presento a Gracias Serpiente, mi hermosa amiga llena de colores juguetones que siempre habitaron dentro de mi y que gracias al Programa Clownociendome de Con Razón Corazón encontraron la puerta precisa para salir al mundo real.
Les cuento, en el año 2017 estuve viendo un show en el que me hicieron subir a un escenario. No pude decir ni una sola palabra estando ahí! Luego de descubrir el pánico escénico desmedido que no conocía en mi decidí llevar un curso corto de clown. Sinceramente, pensé que quizás y a las justas podría terminar un solo módulo. No me sentía capaz de liberarme al nivel en que veía a los clowns, abrazando su vulnerabilidad y jugando con ella. Pero dejarme envolver por este hermoso arte fue totalmente natural desde el primer día.
El inicio fue duro, separar un tiempo a la semana para conectar solo contigo y verte con toda luz y sombra no es algo tan ligero. Pasé de evitar las miradas a tener que sostener minutos mirando a personas a los ojos, de no tocar a abrazar a la persona con la que me tocara cruzarme en cada juego y sobre todo aceptar siempre la propuesta del otro para juntos construir. ¡Y vaya sorpresa que me llevé!
Empecé a ver luz en todas las personas con las que me encontraba y entender que cada uno tiene un proceso muy personal pero al final el destino siempre es el mismo, el ser feliz y ser amado.
Empecé a jugar con mi cuerpo y así descubrir mis patrones físicos y luego emocionales. Descubrí que no escuchaba a los demás, y menos me escuchaba a mi misma por estar siempre acelerada y entonces, me paré delante de un grupo de desconocidos que hoy son la tribu que siempre llevo en el corazón y salí del biombo con todas las máscaras que se cayeron una a una dejando solo la más pequeña del mundo, la nariz roja.
Con lágrimas, inseguridad, y sobre todo con ausencia de libertad, le di permiso al clown para llenar de colores mis sombras, y fue el inicio de un viaje increíblemente sanador que afortunadamente recorrí.
Fueron muchos talleres los que llevé en este proceso que me ayudaron a conocerme, observar mis miedos sin salir corriendo y sobre todo darle una nueva mirada a mi vulnerabilidad que cambió el rechazo por amabilidad.
Noté como, mi tiempo en estos talleres era cada vez mayor y cada día daba un paso más cerca a mi amor y libertad.
El clown es descubrir tu verdad para compartirla con quien te encuentres sin filtro de tu versión más genuina, es atreverte a abrir un corazón inmenso sin importar lo impactante de la situación en que te encuentres y sin juzgar a nadie por su pasado. Es aprender a jugarlo todo, incluso cuando perdemos, incluso cuando duele, siempre hay un motivo para reir y contagiarlo.
Este arte cambió mi vida y me enamoré tanto de él que en algún punto quise compartirlo con todos. Invite a algunas personas a talleres y tuve la inmensa suerte de dar apoyo logístico en algunos otros donde pude apreciar desde fuera la magia que ocurría en cada persona que llegaba a los talleres.
Como parte de su crecimiento, Con Razón Corazón quiso también ir más allá y crear el Programa Intervenciones Humanas para meter la nariz en espacios de mayor vulnerabilidad y jugar.
El día que me invitaron a ayudar con la estructura del inicio del Programa y luego a participar en las intervenciones que tuvimos en el primer año sentí una dicha inigualable, y es que una parte de mi sabía lo que vendría con esas experiencias.
Próximo, es el nombre que usamos para llamar a las personas que encontramos en los lugares que visitamos. Y esta fue mi más grande lección allí. No solo caer en cuenta de que en realidades tan cercanas a nosotros se necesita tanto amor y acción por el prójimo, ni el hecho de poder encontrar luz en absolutamente todas las miradas, sino de que todas las realidades que vi son próximas a la nuestra.
Nada nos salva, de mañana estar solos, o enfermos u olvidados por el mundo. Nada nos salva, de creer que ya no hay motivos para despertar cada día. Pero, somos comunidad, somos tribu, y las heridas de nuestra sociedad son nuestras también.
A veces las personas solo necesitan que alguien crea en ellas para sacar todo su potencial. Eso fue lo que hizo el clown conmigo y he sido testigo de lo que ha hecho en otras personas con las Intervenciones en las que participé.
La esperanza es parte de nuestra naturaleza y nos impulsa a no olvidar nuestra luz, nuestra esencia, nuestro amor.
Pienso que si al final todos vamos en una misma búsqueda con nuestros propios procesos y ritmos, nada nos resta ser el tipo de persona que quisiéramos encontrar en nuestro camino, ser amables, cuidar nuestras palabras que son tan poderosas y mirar a los ojos a quienes nos cruzamos.
Es simple, pero a veces no sabemos lo que puede sumar el mundo del otro.
Lo más gracioso de esta historia, es que al empezar con estos talleres, descubrí que mi clown siempre hacía movimientos de yoga en automático a pesar de haber llevado muy pocas clases en mi vida. Podría decir que este arte, me llevó al otro. ¡Me hizo escuchar mi cuerpo, para llevarlo a dónde también deseaba estar!